15.9.09

Historias de Plinio. Diario de un vendedor de postales. Un hombre en chandal entra a un bar.

Hola a todos

La última vez que pude escribir en el blog hablé de aquel tipo larguirucho con el maletín. Cada vez que le pregunto a León por este tipo, bueno, ya sabeis lo que me contesta: ''métete en tus asuntos, chaval''. Pero gracias a Dios en este trabajo (en principio aburrido) suceden pequeños eventos que merecen la pena ser vividos. Ya no sólo el hecho que la mayoría de postales que venden aquí están escritas por chalados, sino que a menudo uno se da cuenta que los propios chalados vienen aquí de vez en cuando. Precísamente hace un par de días entró en la tienda un tipo con gafas de culo de vaso y un extraño chandal marrón que preguntaba por León. Yo le dije que estaba fuera en ese momento y el tipo, sin dejar de mirarme a los ojos retrocedió hasta marcharse de la tienda. Pues bien, en una de mis lecturas de postales, encontré una de este tipo. Un hombre de mediana edad, con gafas de culo de vaso y un extraño chandal marrón. Pero en la postal que leía entraba en un bar...


Señores del ''Grupo"

Hoy me he decidido a dar el paso definitivo hacia un nuevo nivel de percepción. He investigado bastante sobre un medio que me permita ampliar el espectro de visión más allá de lo concebible en la realidad. Se trata de un artefacto que trata de conciliar las visiones de las diferentes consciencias que conviven en el entorno de una persona, las codifica y las muestra en una alineación perceptiva. El equipo consiste en unas lentes que están conectadas a las zonas del cerebro que trabajan con el subconsciente, a la vez he diseñado un traje, partiendo de un viejo chandal marrón el cual traspira todo el insconsciente colectivo que fluye a través del aire. Como resultado de la codificación el sujeto consigue percibir la realidad tal y como es, percibiendo las sensaciones y las fluctuaciones de la realidad social.

Se que es un trabajo polémico y decidí probarlo esta mañana. He entrado a un bar y he salido espantado al sentir toda la complejidad de la visión que he tenido. Sería muy complicado de describir, pero ha sido horrendo. Por otra parte, el traje genera una dependencia extraordinaria, he de decir que sólo he aguantado sin él 25 minutos, pasado ese tiempo me he visto obligado a volver aponerme el traje. Les pido por favor que no traten de convencerme para seguir con este experimento.

W.B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario