26.4.13

Recalibrando

El mundo ha sido asaltado por los poderes financieros. Es el gran mal de nuestro tiempo. Hablo de Mal en un sentido muy amplio, no soy ningún moralista, pero estoy seguro que ningún código ético ni filosofía coherente secundaría el despropósito al que nos estamos viendo sometidos.

 

Se trata de un juego para aquellos que están más arriba, una forma de poseer más, y es ese juego nosotros no llegamos a fichas del tablero, somos el contexto, las variables externas. Sin duda creo que aquellos que manejan este sistema capitalista duermen tranquilos ante el malestar y la rebelión. No hay movimiento, red terrorista, conflicto o situación caótica que les perturbe, es más, estoy seguro de que sacan tajada de ello. Muchos creen que cercenar las cabezas gobernantes de un país es la solución a los problemas, pero sólo es una quimera, tan rápido como han penetrado en nuestra soberanía, estarán siendo suplantados por otros que o no podrán hacer nada siendo tildados de incompetentes, o arrasarán la democracia sin importarles un bledo el bien común. Los resultados son los mismos porque no se trata de decisiones que nos conciernen, el pueblo ha perdido su papel en este juego, todo lo que hacemos es gritar, opinar y criticar al sistema. "Somos la mierda cantante y danzante", esa es la verdad, y haría falta mucho valor para cambiar la situación. Aún se puede, estoy convencido de ello, pero es necesario olvidar de una vez por todas cualquier aspiración a la felicidad tal y como nos la han vendido. No hay ningún pensamiento político que respalde la revolución que necesitamos. Sin duda hay que partir de cero. Mi opinión, desde hace tiempo es que primero debemos conquistar nuestra conciencia, el Ser Humano es capaz de desprenderse de los dogmas y el conformismo bajo dos factores determinantes, el hambre y la dignidad, cuando nos arrebatan el pan y nuestra mínima expresión de Humanidad, entonces es cuando se empiezan a producir los cambios. Por eso el incipiente movimiento de indignación ha llegado a los corazones pero no a los estómagos. Por un lado nos hemos convencido de estar bajo la tiranía financiera pero por otro no conseguimos dar con el modo de legitimar una fuerza que oponga resistencia a la injusticia a la que nos vemos sometidos. La violencia es rechazada por la mayoría democrática, la protesta es fácilmente desdeñable y nuestro acceso a las instituciones es nulo ya que hemos caído en la falacia de la democracia representativa que se torna corruptible, manipulable y controlada. Evidentemente no tengo respuestas, sólo tengo esa sensación de impotencia, esa sensación de no estar en sintonía con un auténtico cambio. Necesitamos pensadores que no sólo nos expliquen por qué estamos así, sino que planteen cuestiones, retos y pistas de cómo empezar a reducir a escombros la maquinaria de los poderes establecidos. Seguramente haya profetas, visionarios y gurús que propongan su particular visión del mundo. Lo malo de este mundo es que se ha pasado de la polarización a la microfragmentación del pensamiento. No sólo podemos hablar del pensamiento único, del hombre unidimensional, del consumidor sumiso, también existen librepensadores críticos o escépticos de cualquier filosofía que pretenda establecer pautas para una sociedad común, por supuesto también estamos rodeados de egoístas que anteponen su interés a cualquier premisa que vaya más allá de ellos o su entorno. Se hace imposible que en el era de la comunicación estemos realmente comunicados y que en un mundo ínter conectado acabemos desconectando de del mundo. ¿Dónde hallar las respuestas? ¿Cómo plantear las preguntas?

Lo que tengo claro es que yo no soy ni filósofo, ni sociólogo ni tan siquiera intelectual, soy uno más. Un ladrillo en el muro. No creo en las asambleas, no creo en las manifestaciones, no creo en las revoluciones del pasado, ¿En qué se puede creer hoy en día?

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