11.5.13

RECUERDOS: Cine X

Recuerdo ir al Cine X cuando era pequeño, a veces iba con mis hermanos o con toda la familia. Muchas de las pelis que me han marcado en la infancia las he visto allí, en el Cine X.

Dicho esto, el que no conozca el Valdemoro de los ochenta creerá que se dispone a leer un relato que puede rozar la sordidez.
Empezaré por el principio, aclarando que el Cine X era un cine pequeño (en mi infancia lo recuerdo magnífico y enorme) que se situaba en la calle Cristo de la Salud de Valdemoro. Lo habitual era entrar con la bebida y las palomitas de caramelo y notar como el suelo pegajoso dificultaba el trayecto a las butacas. Es posible que hoy ese detalle fuese motivo de quejas, que el ruido de las pipas molestase hoy en día, pero aquellos eran otros tiempos y estar en el cine era lo suficientemente especial como para pasar por alto cualquier detalle ajeno a lo que íbamos a ver. No todas las películas eran buenas, eso está claro, pero si que allí pudimos poner los cimientos de una manera de entender el cine. Allí vimos Regreso al futuro, Karate Kid, Indiana Jones y el Templo Maldito, Gran Golpe en la pequeña china, los Goonies. A este punto cualquiera que haya vivido esa época sabrá lo esenciales que son dichas películas para nuestra generación. Puede que nos hayan vendido un estilo de vida alienante y execisivamente yanki. Aún así forman parte de lo que soy. Pero la experiencia de aquella infancia no es nada sin la valoración del recuerdo y es posible que otras personas de mi edad que pisaron la misma cocacola pegajosa de aquellos pasillos tengan en su memoria el recuerdo vago y no el recuerdo de cada sensación que suele acompañar a todo recuerdo de un momento auténtico en la vida. Son muchos años y es dificil evocar el olor o el eco sonoro de aquella sala, pero en la red de neuronas que se extiende en mi cerebro está el Cine X, cada partícula de sensaciones que pulula en mi alma. Y las sensaciones penetran en el tejido de la memoria, si cierro los ojos puedo verme tapándome la cara para evitar ver las calaveras de Kali-ma, Willy el Tuerto y su seco esqueleto pudriéndose en la gran roca de los muelles de Goon, la oscuridad envolvía el momento casi místico en el que lo héroes eran auténticos, modelos de referencia que poblaban los sueños y deseos de una mente infantil ávida de aventuras en un pueblo alejado de ellas. Sin duda hay miles de cosas que recordamos a lo largo de la vida pero son esas mareas de sensaciones que nos devuelven a otro tiempo los tesoros más preciados de nuestra memoria.





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