21.1.17

I give you power



Arcade Fire. I give you power

Nunca maduraré en cuanto a las expectativas que deposito en un artista. Siempre vuelvo a creer. Y entiendo que es una estupidez esperar que un creador dé vueltas alrededor de la misma musa eternamente, de verdad que lo entiendo. Pese a haberme criado escuchando Manowar e Iron Maiden, entiendo la evolución artística. Pero por favor estos cambios, estas mudanzas de identidad a mi me dejan fría como una llave. Huérfana. Perdida.
Tengo en cuenta que es un tema, no un disco, que es una colaboración con una cantante de RnB y que lo han sacado en una fecha políticamente histórica, con claras intenciones alusivas al presidente Trump. Igual el disco no tiene nada que ver. Pero si me ciño a lo que tenemos ahora mismo… ay, si me ciño.

Es como escuchar a Terence Trent d')
arby pero sin el rollo hortera new age. Es como si después de poner a estadios en pie, llenos de gente de todas las edades moviendo los brazos como si estuvieran escuchando a Dios, con el despliegue instrumental de indiscutible calidad, de voces, de arte audiovisual verdaderamente inspirado, todo en armonía, ahora les hubiera dado por tocarse los huevos. Y no puedo decir que el tema sea malo. Es bueno. Es muy bueno. Ya quisieran Gorillaz. Y apuesto a que cuando suene en mi coche por la noche bajo las luces de la ciudad, me va a arrancar una sonrisa de satisfacción.

Pero yo no quería esto. Quería más de lo otro. Por supuesto que es mi culpa. Volvemos a lo de siempre. Expectativas y creación. Comercio y arte. Nostalgia y evolución. Me habría gustado que hubiera durado un poquito más. Siempre he sido de repetir el postre. De ver mil veces la misma película, de escuchar en bucle una canción. Puede que sólo sea la seguridad de poder predecir lo que va a pasar, la sensación de estar en casa. Y con la búsqueda inconsciente de ese placer, esperaré al disco entero. Porque soy así de gilipollas.

Pero que se lo podían haber currado un poquito más, pues también.

1 comentario:

  1. A veces desprenderse de lo que consideramos canónico en un grupo, cineasta o escritor es complicado. Cuesta porque es como si nos soltase la mano de alguna manera. Pero una vez superado el vértigo inicial podemos valorar justamente el resultado. A veces es oro y otras veces... caquita.

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