He de decir que recuerdo exactamente el momento y el lugar en el que escuché este disco de Mike Oldfield. Sucede una de esas cosas maravillosas que tiene el cerebro que puede retener de manera muy particular varios aspectos de la vida engarzados entre sí. El año exacto no lo recuerdo, pero las circunstancias me dan la pista. Estaba preparando un trabajo de filosofía sobre la Naturaleza, el concepto era más humano que sobre ecología, pero le quise dar ese enfoque. Para documentarme le pedí a una profesora que me diese documentación sobre organizaciones ecologistas y publicaciones sobre el tema planetario. ¿Y qué puñetas tiene que ver eso con un disco? porque me entregó unas bolsas de tela que estaban impregnadas por una especie de aroma que se me ha quedado en la memoria, ese aroma, junto con la inmersión en la lectura de artículos sobre ecología y activismo, junto con los sonidos terrosos de Amarok en la vieja minicadena de mi casa se me grababan a fuego en año 1997, ese fue el año, si, el año de Roma, un año en el que la memoria atrapó de forma férrea sensaciones que se han grabado como sello de identidad de mi adolescencia tardía.
Y ahora voy a decir un par de cosillas sobre este disco antes de volverlo a escuchar. Es un disco de una sola canción, no es un single, no, dura sesenta minutazos y es un continuo vaivén de sonidos sacados de la mente de Mike Oldfield. Melódico a veces, tribal, terroso, embriagador e irritante a veces resulta una experiencia única para el que sepa entender la música como lo que es: sonido y tiempo. Tampoco es una obra atonal así que no es inaccesible al gran público. Lo que si requiere es un esfuerzo extra. Para mí es como meter la mano en el barro y disfrutar de las sensaciones que experimentamos al hacerlo, el impacto de la tierra húmeda, el brillo de la arena y esa sensación al deslizarse, el frescor único de la Tierra y la impregnación de cada poro de la piel reconociéndose como ente vivo en un entorno propio.
Otra cosa es la peculiar advertencia de Mike Oldfield al empezar el disco: Precaución de escucha: Esta grabación puede ser peligrosa para la salud de los mentecatos 'oreja de trapo'. Esto es mitad declaración de principios mitad puyita a Richard Branson (Al final de la reseña os dejo un enlace al magnífico artículo de Héctor Campos en Mike-oldfield.es Donde podréis leer sobre multitud de curiosidades del disco).
Como ya he dicho antes este disco me influyó mucho como "espectador". Las músicas que aquí suceden van desde el espíritu rock a las músicas del mundo y especialmente los aires celtas. Son estilos musicales que siempre me han llamado la atención y que escuchando a Mike Oldfield empecé a cultivar. En la raíz de toda esta amalgama hay una latente sensación de pertenencia física a este planeta, no se si por influjo de mis lecturas ecologistas o por el propio reconocimiento del espíritu del disco veo en los segmentos una intención de acercarnos a la vorágine del planeta, ya sea imaginando paisajes a través de melodías livianas o evocando danzas étnicas y momentos de un marcado sentido urbano. Se podría hablar de collage musical de la Tierra en su sentido más amplio. Tierno, trepidante, volcánico, abrumador y a veces irritante la música de Amarok nos acerca en pinceladas ágiles el mundo al que pertenecemos. Abrid vuestras orejas y disfrutadlo, en este mundo en el que apenas tenemos cinco minutos para hacer una cosa a la vez tomarse una hora completa para sumergirse en una obra es un lujo que de hacerse de forma relajada, sensible y completa puede convertirse en una experiencia que puede cambiar tu modo de entender la música.
Amarok por Héctor campos: http://www.mike-oldfield.es/detalledisco.asp?id=16
Amarok por Héctor campos: http://www.mike-oldfield.es/detalledisco.asp?id=16
No hay comentarios:
Publicar un comentario