19.5.17

It (III): Los Perdedores

Muchos de nosotros recordamos alguna aventura de la infancia. Entrar en casas abandonadas, jugar en arroyos infectos mientras imaginábamos que éramos un comando de élite, un grupo de exploradores o astronautas llegando a mundos desconocidos. Éramos niños y nuestra imaginación se disparaba hacia esos elementos aún salvajes que nuestros padres trataban de vetar en nuestros juegos. También construíamos fuertes, transformábamos el entorno y sentíamos la necesidad de explorar y conquistar los espacios que explorábamos. Creo que en la esencia del club de perdedores está esa identificación con nuestro pasado y que a su vez es una evocación autobiográfica de Stephen King a la que volvería en otras ocasiones (Cuenta Conmigo o El Cazador de Sueños). Evidentemente los personajes son el eje fundamental de la historia. Pero especialmente en esta novela podemos experimentar esa sensación de cohesión de grupo en la que puede que haya un personaje de mayor importancia en la trama y sin embargo todos tienen un peso bastante grande dentro de la novela. Incluso Stan en su pronta desaparición se me antoja fundamental porque es aquel que llega a profundizar en la propia naturaleza del miedo.

Buena parte de la historia nos cuenta el modo en que estos chicos se conocen y empiezan a compartir sus aventuras. Entrelazado con los momentos de la vida adulta los perdedores evocan aquel verano en Maine, pero al principio no evocan el verano en que se enfrentaron a Eso, al principio evocan las anécdotas, los placeres del verano, las visitas a los Barrens. Y a medida que van recordando, los momentos se van haciendo más tensos. Pero no recuerdan su aventura final hasta que se vuelven a juntar en Maine. Sin embargo, evocan con bastante claridad la pelea de piedras de aquel verano. En cierta medida es una de esas pruebas que tienen que pasar antes de enfrentarse a Eso y supone perder el miedo a quién trata de infundarlo. Henry Bowers de hecho es un secuaz de Eso quizá porque siente el mismo deseo de infundir el miedo en los perdedores.

Como he dicho, alternando con los episodios de 1958 los perdedores narran desde su punto de vista adulto la forma en la que regresarán a Derry. Como se repite en varias ocasiones, todos los que se han marchado han triunfado en la vida. Un escritor de éxito, un arquitecto prestigioso, una diseñadora de moda, un próspero empresario de limusinas, un contable exitoso y un popular locutor de radio afincado en Hollywood. Tan solo Mike Hanlon, que permanece en Derry, es ajeno a esta oleada de éxito permaneciendo como vigilante en un puesto de bibliotecario en Derry. Esta circunstancia junto con la amnesia relativa al episodio de Eso nos da a entender que la criatura parece obsequiarles con dicho éxito, o puede que su grandeza se deba a la recompensa vital que adquieren al derrotar a Eso. En cualquier caso lo importante, lo interesante de este asunto es que cada uno se va olvidando de la etapa de 1958 y del enfrentamiento en 1985. Dicha amnesia se presenta al final del relato como una melancólica realidad de que por mucho que queramos recuperar esa infancia, esa aventura que supuso vivir experiencias extraordinarias, todo se disipa. Sin duda es una de las partes más emotivas de la novela, como poco a poco cada perdedor, como quien despierta de un sueño, termina por olvidar Los Barrens, Derry y a los amigos que estuvieron unidos por una alianza tan poderosa.

Los ecos de este grupo no forman parte solamente de un pequeño grupo de niños emprendiendo una aventura. en mi opinión todos ellos forman parte de una construcción de grupos tan míticos como la Comunidad del Anillo, los caballeros de la Tabla Redonda o cualquier otro grupo de guerreros legendarios. Y es que cada uno parece cumplir una función mágica que contribuye al éxito de su aventura. Incluso si profundizamos en la narrativa de Stephen King vemos un claro exponente en ellos del "viaje del héroe" que plaga la narrativa universal brillantemente expuesto por Joseph Cambell.

Y no puedo dejar de señalar el peculiar e imposible de adaptar a la gran pantalla (o a cualquier pantalla) ritual de unión que tiene lugar en la cueva de Eso, una ceremonia de despertar sexual que puede tanto escandalizar como enternecer la sensibilidad del lector. Es sin duda un relato atrevido pero lleno de significado, en el que el amor juega una baza fundamental y que en mi opinión tien una im portancia mítica imprescindible, llena de resonancias tribales y sin ningún tipo de complejos a la hora de relatarse.


Esta historia de un grupo de criajos unidos por una tarea hercúlea se ha dado mucho en la literatura y el cine. Como niño de los ochenta que soy no puedo dejar de ver la resonancia de Los Goonies, E.T., Exploradores, y más recientemente Super 8 o Strangers Things. Animados por esta idea de grupo variopinto y singular muchos de nosotros hemos jugado a la luz del verano y hemos dormido agotados procesando en el subconsciente nuestras aventuras, y más tarde, como adultos, olvidándonos de todas ellas al despertar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario